Ocupado en primer lugar por el Hospital Panamá, el edificio Hatillo fue un solar de 6 mil metros cuadrados, construido por la administración de Estados Unidos para la construcción del Canal, llegó a considerarse el mejor del continente americano.
Inaugurado el 3 de abril de 1970 como toda una novedad que por un corto tiempo resultó ser la construcción más alta de América Central y el Caribe. El edificio Hatillo cuenta con cuatro frentes; uno hacia la avenida Cuba, otro hacia Justo Arosemena, el que da a calle 35 y otro a calle 36 en Calidonia, próximo al barrio de la Exposición.
Su arquitecto fue Carlos Clément, reconocido por sus diseños del edificio Bladex, la casa matriz del Banco General, el centro comercial Los Pueblos y eminentes obras más.
La Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos le confirió por esta obra el premio al ‘Mejor Edificio Comercial’.
Influyó en que ese sitio fuera escogido para que reinstalar la Alcaldía de Panamá su particular ubicación: en el centro del pueblo, próximo a parques, iglesias y monumentos como solían estar los gobiernos locales desde la época colonial.
El 2 de diciembre del 2008, por gestión del alcalde Juan Carlos Navarro, se concluyó el traslado de la Alcaldía de Panamá del Edificio de Estacionamientos Municipales o EDEM en Avenida B de Santa Ana, luego demolido y sustituido por una moderna obra inaugurada en la administración de José Luis Fábrega.
Aún el auge en la construcción, hacia el norte y desde sus pisos superiores se ve ondear la bandera en la cima Cerro Ancón y la formación de nubes en lo alto del Parque Natural Metropolitano.
En el lado posterior, hacia el sur, la altura del Instituto Conmemorativo Gorgas y el Hospital Santo Tomás dejan apreciar la salida del sol sobre la bahía, la Calzada de Amador y los barcos que cruzan por el Canal de Panamá.
Pedro Reyes Solanilla, quien laboró en el IRHE desde 1985 hasta su privatización en 1999 como oficial de Relaciones Públicas, recuerda que esta institución ocupaba casi todo el edificio.
“En la entrada te recibía como ahora, la obra del Maestro Guillermo Trujillo, un eminente arquitecto y artista oriundo de Horconcitos, Chiriquí, pionero
en las bellas artes que hizo trascender a Panamá en el ámbito internacional”, destaca Reyes, gran admirador de su obra.
En la Torre A estuvo la Compañía Internacional de Seguros y al lado, en la Torre B, la sede del Banco de Colombia con su Kidi Bank para educar a la niñez, recuerda.
El Hatillo tuvo muchos comercios, -relata. Bajo los amplios aleros alrededor de un edificio y entre sus amplios pasillos estuvo uno de los primeros microcentros comerciales donde la gente compraba, comía y se quedaba un rato junto a la fuente, algo poco común entonces.
Recordó la gran variedad de plantas en los patios internos con vientos cruzado y la frondosa vegetación del área que refrescaban la galería, en especial, en la temporada seca.
“Hacia la avenida Justo Arosemena, estuvo la Comisión Bancaria, la Librería Meléndez, también una funeraria con una oportuna floristería, un restaurante de comida casera, una refresquería, un centro de copiado, una especie de barbería y el Cinema Arte, con arte para adultos”, dice.
Un valor adicional, era la gran cantidad de estacionamientos repartidos en cuatro niveles, espacio que en la actualidad solo se compara con los estacionamientos soterrados bajo el parque Francisco Arias Paredes construido diagonal a ese edificio.
En una entrevista de Mónica Guardia de la Estrella de Panamá hace dos años, el arquitecto Carlos Clément reveló que el edificio Hatillo, “tiene una fundación que permite añadir otra torre adicional de 7 a 8 pisos”.
Cada mes de noviembre, la Alcaldía de Panamá viste de Patria sus fachadas externas con decoraciones tricolor y en diciembre la Navidad llega por sus cuatro entradas.
El resto del año en su nave central se desarrolla un calendario de actividades que incluye mercaditos de alimentos, celebraciones alcaldicias, ferias literarias y bazares artesanales.
A poca distancia de la entrada sigue brillando la placa que distingue los nombres de quienes hicieron historia impulsando esta edificación, emblema de la arquitectura.
Mientras, cada administración lucha conservar este patrimonio que descansa en más de medio siglo de existencia y es sede del quehacer municipal.
Pero al concluir la jornada, relata el imaginario municipal, aparece el ánima de una enfermera, Wuanda vestida en su impecable uniforme blanco en buscar a los pacientes que ya partieron.
“Abre y cierra cajones. Entra y sale por las distintas oficinas rodeada de un aura de luz”, son los testimonios, entre ellos, el del fotógrafo Gabriel Rodríguez que una vez capturó con su lente la presencia que dicen, surgió de los cimientos demolidos del Hospital Panamá… dicen.