Hace unos días, nos aventuramos a uno de los destinos más cautivadores de Panamá: Boquete. Famoso por su Festival de las Flores y su café de altura, este pintoresco pueblo siempre tiene algo especial para ofrecer. Pero esta vez, nuestra sorpresa fue aún mayor cuando descubrimos una joya inesperada: el Faro de Boquete.
Visible desde lejos, el faro se impone sobre la carretera vía Boquete, con su imponente estructura en rojo y blanco que destaca contra el verde de las montañas. Sus 39 metros de altura parecen invitar a los viajeros a detenerse y descubrir lo que esconde. Las Chicas Viajeras 3K decidimos aceptar el reto, subir los 175 escalones que llevan hasta la cima, llenas de emoción y expectativa. Cada paso nos acercaba a una experiencia que prometía ser inolvidable.
Vistas impresionantes desde cada Punto Cardinal
Al llegar al mirador, la vista es verdaderamente indescriptible. Los cuatro binoculares prismáticos que coronan el faro ofrecen una vista única desde cada punto cardinal. Mirando hacia el norte, el majestuoso Volcán Barú se alza como el guardián del paisaje, imponente y sereno. Al sur, la brillante Playa La Barqueta se extiende hacia el horizonte. Desde el este, la ciudad de David y la meseta del Chorcha se revelan ante tus ojos, mientras que al oeste, la cordillera de Talamanca se dibuja en la lejanía, compartiendo sus cumbres con Costa Rica. Es como si desde la cima del faro, pudieras abrazar la belleza de toda Chiriquí.
La brisa que sopla a esa altura es un bálsamo refrescante que te envuelve, y por un momento parece que estás flotando entre las nubes. Es uno de esos lugares donde el tiempo se detiene y solo te queda admirar la grandeza que te rodea. La sensación de libertad es tan intensa que no quieres bajar, te sientes parte del paisaje, como si cada montaña, río y bosque formaran parte de ti.
Un dulce descanso después de la aventura
Finalmente, cuando logramos desprendernos de la magia de las alturas y bajamos los escalones de regreso, el descanso se siente merecido. En la base del faro, disfrutamos de unos deliciosos helados con sabores de temporada que terminan de cerrar la experiencia con una dulzura que no esperábamos. Es el momento perfecto para sentarse, relajarse y compartir la emoción de lo que acabamos de vivir.
El Faro de Boquete, inaugurado en 2014 gracias a la visión del empresario estadounidense Roger Lee Holsing, se ha convertido en un verdadero emblema turístico de la región. Y no es solo por sus binoculares únicos en el mundo, o su llamativa estructura roja y blanca. Es por la manera en que te conecta con la naturaleza, regalándote una perspectiva completamente nueva de las tierras altas de Chiriquí.
Con entradas accesibles—$5.75 para adultos, $3 para niños y $4.25 para jubilados—este faro es una parada obligatoria para todo aquel que visite Boquete. Una vez que llegas a la cima y te dejas llevar por la magia del lugar, te das cuenta de que bajar no será tan fácil… ¡y es que no querrás irte!